Escurriduras de la soledad

UNO

Sobel
el adiós enjuto
incorpóreo
en el dorso de tu mano rota
como un pedazo de mar evaporado en el muelle
Estás allí entre dos límites trazados por los dioses
encaramado en el vértice de todos tus ancestros
atisbado y resuelto encima de un cómputo de arena
desbordando tu alma en cada milla de la travesía
en cada estímulo de sospecha
equidistante del pájaro y la ruta
aguardando dar el salto audaz hacia el bote
como un atributo.

Bajo tus párpados
Sobel
el malestar de un síntoma brotando
a chorro vas fluyendo sin gobierno
expedito
desde un rincón del cielo
lejano y dadivoso
la infancia te endurece el nombre con los gritos
el abandono te cobija.

DOS

Has de mirar la perspectiva
el Golfo fijo
de improviso bajo un cielo zarco
inconexo el bamboleo
recóndito el arcano como reo las gaviotas
inquiriendo la cachucha
y tú Sobel
apático
insustituible encima del número
esmirriado entre el barandal y la eslora
y el sonido huraño de las aspas
espumoso
salpicando el correo de las costas
como líquidos ósculos.

No deliras navegas
entre las abolladas olas
tenaz el destino impulsa el bote constante
mientras que en la huérfana distancia
suspicaz y ensimismado
te alejas.

TRES

Una brisa de voces
deja tus furias antiguas en el viaje
desde el mástil los duendes elogian tu salida
escapas de la pesadilla giratoria
de la malversación a la persona
la libertad derrota las instancias del peligro
flotas en el narcótico desagüe
en las aguas invencibles del misterio
oh Sobel escucha la voz del cielo
ese otro mar lleno de diademas.

Allende se quedó tu imagen acumulada
hecha un enredo de hematomas
perplejo de tanta intriga
has extraviado tu canto
recupera tus antigüedades
notifica tu queja sosegado
festeja tus conmemoraciones sin angina
y en una esquina del barco
como un anacoreta reza tus salmos
porque el mundo es un escombro iridiscente
que se debate entre calladas siluetas.